Luego del ataque aéreo de Estados Unidos a tres instalaciones nucleares en Irán, la tensión escaló un nuevo peldaño este domingo con la amenaza del régimen persa de cerrar el estrecho de Ormuz, una ruta por donde transita cerca del 20% del petróleo mundial. La advertencia fue respondida de inmediato por el vicepresidente norteamericano, J.D. Vance, quien aseguró que tomar esa decisión sería un «suicidio económico» para Irán.
La iniciativa fue planteada por el Parlamento iraní y se encuentra ahora bajo análisis del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, el máximo órgano en política de defensa de la República Islámica. Según explicó el general Esmaeil Kowsari, miembro del Comité de Seguridad del Parlamento, ya existiría un “consenso” entre legisladores para avanzar con el cierre del paso marítimo que conecta el Golfo Pérsico con el mar de Omán.
Advertencia desde Washington: «Toda su economía pasa por ahí»
Frente a esta posibilidad, Vance fue tajante en su respuesta: «¿Por qué harían eso? No creo que tenga ningún sentido». En una entrevista televisiva, el vicepresidente estadounidense remarcó que «toda su economía pasa por ahí», en alusión a la dependencia que tiene Irán de esa vía para sus exportaciones de crudo.
Al mismo tiempo, consideró que el bombardeo de anoche contra las centrales nucleares iraníes podría servir como una oportunidad para retomar negociaciones. «Proporciona una oportunidad para reiniciar esta relación, reiniciar estas conversaciones y ponernos en un lugar donde Irán pueda decidir no ser una amenaza para sus vecinos», afirmó.
Qué es el estrecho de Ormuz y por qué preocupa su cierre
El estrecho de Ormuz es un paso marítimo angosto que separa a Irán de Omán y representa una de las rutas comerciales más importantes del mundo en términos de transporte de petróleo. Se estima que aproximadamente una quinta parte del crudo mundial cruza por allí en su camino hacia los mercados globales.
Teherán ha amenazado en varias ocasiones con bloquearlo como respuesta a sanciones o acciones militares por parte de Estados Unidos y sus aliados. Sin embargo, nunca había avanzado formalmente en los mecanismos institucionales para implementar dicha medida, como sí ocurrió este domingo tras el ataque liderado por el Pentágono.
Tras los bombardeos, se recrudece el conflicto
La amenaza sobre Ormuz se conoció pocas horas después de que el presidente Donald Trump confirmara los ataques sobre tres sitios clave del programa nuclear iraní: Fordow, Natanz e Isfahán. Según el mandatario, los bombardeos ejecutados por aviones furtivos B-2 Spirit destruyeron «completa y totalmente» las instalaciones subterráneas.
En paralelo, Israel continuó este domingo con sus propias operaciones ofensivas. Bombardeó dos objetivos militares en la provincia de Bushehr —donde se encuentra la única central nuclear del país— y una central eléctrica en Yazd. También se reportaron ataques sobre zonas residenciales, hospitales e infraestructura civil en diversas regiones del país persa.
Desde el inicio del conflicto, el pasado viernes 13, las fuerzas israelíes han desplegado una ofensiva masiva contra instalaciones militares y científicas de Irán. Según reportes preliminares, al menos 430 personas murieron y unas 3.500 resultaron heridas, la mayoría de ellas civiles. En territorio israelí se contabilizaron 24 fallecidos producto de los intercambios con misiles y drones.
Decisión pendiente del Consejo Supremo de Seguridad Nacional
La eventual decisión de cerrar el estrecho no depende exclusivamente del Parlamento. Deberá ser evaluada por el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, donde participan el presidente Masud Pezeshkian, representantes del líder supremo, ministros y figuras clave de las Fuerzas Armadas. Hasta el momento, no se ha emitido un comunicado oficial por parte del organismo.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con preocupación la posibilidad de una escalada aún mayor en Medio Oriente. El secretario general de la ONU, António Guterres, pidió «máxima moderación» y advirtió que cualquier interrupción del flujo energético global tendría «consecuencias catastróficas para la estabilidad mundial».