Misiones es la única provincia argentina que no cuenta con gas natural por redes. Esta carencia, que muchas veces queda fuera de los principales debates de infraestructura a nivel nacional, constituye un obstáculo estructural que condiciona seriamente el desarrollo productivo de la región. No se trata solo de una deuda histórica, sino de una barrera concreta que impide avanzar hacia una economía más diversificada, competitiva y generadora de empleo.
La energía es un factor clave para el desarrollo industrial. No se puede pensar en procesos de agregado de valor, innovación o crecimiento sostenido sin acceso a una matriz energética eficiente y accesible. Hoy, las industrias de Misiones —en especial los sectores maderero, yerbatero, tealero, agroindustrial y metalmecánico— deben recurrir a combustibles alternativos como el gas envasado, la electricidad o el fuel oil. Todos ellos son más costosos y variables en su disponibilidad. Esto encarece los costos de producción, reduce los márgenes de rentabilidad y, en muchos casos, hace inviable la expansión o modernización de plantas productivas.
En comparación con otras provincias del NEA y del centro del país, Misiones parte de una clara desventaja competitiva. Mientras en otras regiones el gas natural por redes permite planificar proyectos a largo plazo con costos energéticos predecibles, aquí la industria debe sortear cada día las complejidades logísticas y económicas de una matriz energética que no fue pensada para sostener procesos industriales de escala.
Además, la falta de gas natural limita las posibilidades de radicación de nuevas industrias. Muchos proyectos que analizan instalarse en la región se ven finalmente descartados por la imposibilidad de acceder a este insumo básico. También se ven afectadas actividades clave para el desarrollo urbano y social, como la construcción de viviendas e infraestructuras públicas, que dependen de la disponibilidad de energía segura y económica.
Este cuello de botella energético se suma a otras carencias estructurales que sufre la provincia: la postergada construcción de la autopista Mesopotámica, la desconexión del sistema ferroviario nacional, las deficiencias de calado y señalización en el tramo norte de la Hidrovía Paraná-Paraguay, y una conectividad aérea escasa y concentrada en Buenos Aires. Sin embargo, el problema energético es el más urgente y el más transversal: sin energía competitiva, no hay industria posible, ni desarrollo regional equilibrado.
Es imprescindible que esta situación se coloque de una vez por todas en el centro de la agenda federal. Misiones necesita una política energética específica, con obras concretas que integren a la provincia al sistema de gas natural nacional. La extensión de los gasoductos, el desarrollo de plantas de regasificación o la implementación de soluciones híbridas transitorias deben ser parte del debate urgente. No podemos seguir esperando una solución mientras se pierden oportunidades, se estanca la inversión y se agranda la brecha con otras regiones del país.
Energía para producir es también energía para crecer. Para que Misiones pueda aportar todo su potencial a la Argentina del futuro primero debe saldar esta deuda estructural. La integración energética no es solo una cuestión técnica: es una decisión política. Y debe tomarse ahora.