El Banco de la Nación Argentina, la principal entidad financiera del país y un termómetro de las decisiones oficiales, ha decidido elevar la tasa de interés de sus créditos hipotecarios UVA. Bajo la órbita del gobierno de Javier Milei, la tasa pasó de un 4,5% a un 6%, movimiento que representa el primer aumento desde el relanzamiento de esta línea crediticia. Esta alteración, comunicada en redes sociales con un cuadro comparativo, no es un mero ajuste técnico, sino una señal alarmante de la dirección que toma la política crediticia del actual equipo económico.
Si bien el Banco Nación se mantiene, por ahora, como la opción más barata en el mercado, su rol de referente lo convierte en el caballo de Troya de una estrategia más amplia y lesiva para la ciudadanía. La banca privada, cuyas tasas ya oscilan entre un 7,5% en el BBVA y un 15% en entidades como Santander o Macro, ahora encuentra el aval oficial para encarecer aún más el financiamiento. Esta decisión del gobierno de Milei consolida un escenario de subas, donde el crédito deja de ser un derecho para transformarse en un lujo.

Cambio conceptual en torno al rol del crédito hipotecario
El argumento de mantener la tasa más baja del mercado resulta un consuelo mezquino cuando es el propio Estado, a través de su banco bandera, el que da el puntapié inicial para la espiral alcista. Esta maniobra revela una clara opción por privilegiar los intereses financieros sobre las necesidades sociales. El panorama que se configura es desolador para los argentinos que veían en el crédito UVA una posibilidad concreta de acceder a su vivienda propia. La política económica de la administración Milei, lejos de generar confianza, está incubando una crisis de asequibilidad que profundizará la exclusión y el desaliento en un sector históricamente castigado.
Más allá de los porcentajes, esta suba sancionada por el Banco Nación constituye un giro conceptual en la función del crédito hipotecario. Lo que antes podía interpretarse como una herramienta de inclusión y desarrollo, hoy es reconvertido por el gobierno en otro mecanismo de transferencia de ingresos hacia el sector financiero. El mensaje es claro y crudo: en la Argentina de Milei, el sueño de la casa propia se vuelve, día a día y tasa a tasa, cada vez más inalcanzable.