Hija. Amiga. Compañera. Hermana. Madre. Productora. Columnista. Conductora. Periodista. Fundadora de Futurock. Solidaria. Feminista. Militante. Autora de Las caras del monstruo.
Dicen de Julia:
«Talentosa, valiente y, sobre todas las cosas, una gran persona. A Julia se la respeta porque es una compa de aquellas que no se calla nada y además da trabajo en su radio. Te queremos Julia. Banquemos a Mengolini. Gracias, Julia, por crear Futurock y darle espacio a tanta gente. Es la radio que me hizo escuchar la radio. Gracias por abrir espacios de discusión, por trabajar con compromiso y honestidad. Además de habernos hablado de feminismo en la tele en una época en la que nadie hablaba de eso, ahora dirige un medio que fue semillero y modelo a copiar de muchos otros medios. Volví a asociarme a Futurock porque no estaba apoyando lo suficiente a los periodistas que respeto, sobre todo a Julia.
Amor, cariño, admiración y solidaridad para Julia. Aguante Julia.
A Julia la conozco desde que ella era peronista, y yo no. Desde que ella era feminista, y yo no. Desde que ella era antipunitivista, y yo no. Para sorpresa de algunos, no, no siempre fui lo que soy hoy. Se lo debo a Julia. Ya terminará esta pesadilla. Mientras tanto, a crecer en la adversidad y hacernos más fuertes. Ojalá más voces fueran tan valientes como ella. Julia es un problema para un gobierno como este porque se sustenta sola y no le tiene miedo. Se merece nuestra calurosa sororidad.
Julia es víctima de hostigamiento, de una estrategia basada en mentiras para atacar a periodistas opositores y así avanzar en el deterioro de la democracia. Es muy peligroso. Es una campaña machista y violenta. Es una vergüenza. Lo que más les duele es el respaldo masivo que ella recibe. No dejemos que hagan lo que quieran.
El presidente y su ejército digital atacan con particular saña a colegas mujeres que osan cuestionarlo, desde Teresita Frías, María Laura Santillán y María O’Donnell, hasta Romina Manguel, Silvia Mercado y Mónica Gutiérrez. Y, por supuesto, a Julia. No se puede analizar el accionar violento y sistemático contra Julia si no es desde una lectura de género. Las agresiones demuestran la impunidad y el matonaje de quienes la odian. También reivindican lo que representa Julia. Con el tiempo, eso es lo que va a quedar.

Las campañas persecutorias impulsadas desde la maquinaria paraestatal buscan copar la agenda, asustar a las y a los periodistas que se oponen a este modelo, que denuncian incongruencias, corruptelas, mentiras. Siempre eligen a una persona honesta, brillante en su profesión como Julia para hacerla un blanco de difamación y amedrentamiento; para distraernos del desastre económico y de la estafa Libra. El ataque sádico y cruel por parte del presidente y sus secuaces contra Julia habla de la talla de mujer y profesional que es ella. Es una embestida política contra una mujer comprometida y trabajadora.
La misoginia se manifiesta claramente en el deseo de silenciar y someter a mujeres inteligentes y corajudas. Es un nuevo intento de agredir a periodistas con el fin de callar a toda persona que se oponga a su plan de ajuste. Forma parte del plan para socavar las verdaderas libertades. Julia es hostigada con noticias falsas propaladas por el miserable batallón mediático oficialista. La atacan porque ella sola, sí, ella sola, es mil veces mejor que todos ellos juntos.
¿Vos entendés que usaron guita de tus impuestos, que desplegaron el aparato estatal para atacar, perseguir y calumniar a Julia? Sólo esperamos justicia. Terrenal y áspera justicia para esta banda de amorales. La quisieron ensuciar y todo el mundo está defendiéndola. Nunca vamos a normalizar esta violencia. Nunca. Entre más insistan, más vamos a juntarnos, sostenernos y reivindicar la empatía y el amor. Se van a cansar ustedes, sépanlo. Nos negamos a que esto ocurra sin condena. A que la violencia incitada desde el máximo cargo de poder político se minimice, habilite o justifique».
Este es un registro coral de los mensajes de apoyo a Julia Mengolini en las redes sociales, en medio de las agresiones más graves que ha sufrido la prensa argentina por parte de un gobierno desde que el país recuperó la democracia. Porque las redes no son solo violencia. Porque no debemos normalizar la violencia digital ni la en la vida «real». Porque no es un problema de «formas» sino de fondo.
Debemos rebelarnos a las infamias, a las obscenidades, a la degradación de la conversación pública, a la vulgaridad y a la vileza ejercida por el presidente y sus cómplices. No nos acostumbremos. No seamos indiferentes. No callemos.