La Litoraleña es una empresa recuperada en el año 2015 por las y los trabajadores, quienes conformaron una cooperativa. El viernes último, celebraron una década de trabajo autogestivo y empoderaron el reclamo por el espacio de trabajo, que continúa en la justicia.
La Litoraleña toma al 27/10 como su fecha de nacimiento. El viernes, realizó una celebración por los 10 años de gestión cooperativa. Recibió la visita de distintos referentes del sector cooperativo y de empresas recuperadas, quienes manifestaron la importancia de que la justicia se pronuncie a favor del reclamo de las y los trabajadores.
Hubo un brindis conmemorativo, que sirvió como excusa vincular para un encuentro con cooperativas y organizaciones sociales, así como federaciones y confederaciones tales como la Federación de Cooperativas Autogestionadas de la República Argentina (FEDECARA) «Autogestión Federal», la Federación Argentina de Trabajadores Autogestionados (FACTA), el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC), la Federación de Cooperativas Federadas (FECOFE), la Confederación Cooperativa de la República Argentina (COOPERAR), el Banco Credicoop, y cooperativas como Mundo Nuevo, El Zócalo, Esquina Libertad, entre otras.
«El contexto en que nacimos fue muy agresivo. Luego del vaciamiento patronal, de fines de octubre de 2015, cuando lo que era un reclamo gremial se transformó en un proceso de recuperación. Comenzamos a producir de manera autogestiva prácticamente con el Gobierno de Macri. Para darte un número, la primera factura de luz que pagamos fue de 10 mil pesos; para 2017, fue de $ 50 mil y hoy es de $ 5 millones«, resumió el síndico de La Litoraleña, Fabián Pierucci, en diálogo con ANSOL.
En el mismo sentido, continuó: «Cada etapa de Gobierno neoliberal se hizo muy difícil. En el medio, nos tocó la pandemia, tuvimos compañeros enfermos de gravedad, y ahora el Gobierno de Milei, que hizo desplomar el consumo de todo».
La Litoraleña lucha por la fábrica

La Litoraleña, con sede en Chacarita, se dedica a fabricar tapas de empanadas, tartas y pastas. En los inicios de la recuperación de la fábrica quebrada, el cuerpo de trabajadores logró que la justicia otorgue la facultad para trabajar.
Sin embargo, en 2020, los anteriores dueños que llevaron la empresa a la quiebra pidieron el desalojo de la fábrica. Luego de varias apelaciones, la cuestión de fondo continúa sin una decisión judicial firme y el sustento de 40 familias está a la deriva.
«En el 2025, hicimos la segunda propuesta de compra directa de las instalaciones. Somos los principales acreedores e hicimos una oferta para los otros acreedores, en un monto más que razonable. Y por segunda vez fue rechazado, sin argumentos«, contó Pierucci.
La causa está en el fuero Comercial, en el juzgado a cargo de la doctora Valeria Pérez Casado. «No se hizo evaluación del valor de las instalaciones ni del inmueble, además de la que hicimos nosotros, con peritos del sector. Nos dicen que no, apelamos ese fallo y se encuentra en resolución en la Cámara de Apelaciones. Es un fallo abstracto, que dice ‘no alcanza’, pero no dan otro cálculo alternativo», se quejó Pierucci.
En opinión del síndico de La Litoraleña, «es una cuestión ideológica. El poder, expresado en la justicia, tiene la convicción de que los obreros no pueden estar al frente de la conducción de una empresa, aunque sea un caso exitoso y comprobable como el nuestro, que tiene además un fuerte compromiso social con la comunidad en la que estamos».
La labor de La Litoraleña
Desde su reconversión en 2015, La Litoraleña dejó de ser una mera casa de pastas. «Pudimos desarrollar un trabajo que tiene varios ejes. Uno de ellos es integración cooperativa; incorporamos todos los elementos posibles del cooperativismo como la harina, la ropa de trabajo, la limpieza, las impresiones. Tratamos también de tener presencia en la góndola de cada experiencia cooperativa», planteó Pierucci.
Otro eje es «mantener muy firme la identidad obrera«, ofreciendo «el mejor trabajo posible y el cuidado de cada uno de los compañeros asociados a la cooperativa». Otra cuestión es el «ánimo de resistencia«, ya que «tuvimos que resistir intentos de clausura, un proceso judicial que interrumpe nuestro trabajo, agresiones de la AFIP (hoy, ARCA); una resistencia al Estado y al Capital, que también te ataca por todos lados, con precios que se elevan sin razón. Nos consideramos núcleo de resistencia«, remarcó el síndico.
La Litoraleña se preocupa también por «tener participación en los debates del sector: Ley de Góndolas, Etiquetado Frontal, iniciativas de ámbitos participativos del INAES. No siempre se llegó a buenos resultados, pero siempre expresando nuestra opinión».
Finalmente, otra cuestión a resaltar por Pierucci es que se trata de «una fábrica de puertas abiertas, en la que la comunidad puede contar con nosotros». En ese marco, reciben «visitas de escuelas, de universidades, que hicieron sus trabajos profesionales estudiando nuestra experiencia productiva. Es un desafío y también un orgullo».
Por el momento, se detuvo la orden de desalojo hasta que haya dictamen de la citada apelación. «Nos vemos como una referencia para un mundo distinto; que es posible producir y consumir sin necesidad de intervención del capital. Tenemos 40 puestos de trabajo directos y otros tantos indirectos, que están en vilo por las resoluciones arbitrarias del poder judicial», finalizó.