Al cumplirse 23 años de la Masacre de Avellaneda, en la que fueron asesinados Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, familiares y organizaciones realizan diversas actividades para homenajearlos, entre ellas una charla-debate virtual con el Partido Político AJI-20 de Jujuy. Será este jueves a las 19 horas y tiene como objetivo analizar el escenario político actual en relación al terrible hecho de violencia institucional ocurrido el 26 de junio de 2002.
Desde la militancia jujeña, expresaron: «El sueño y construcción de un mundo justo es una tarea continua, el legado de Darío y Maxi, junto a la sabiduría y la resistencia ancestral de los pueblos originarios, nos impulsan a no claudicar».
En la charla-debate participarán: Alberto Santillán, padre de Darío y militante popular; Julio Gambina, docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), economista y militante popular; y Mara Puntano, abogada y periodista de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) de General Mosconi y de las comunidades indígenas de Salta; José «Pepino» Fernández, referente histórico de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) de General Mosconi, extrabajador de YPF, luchador social y ambientalista; y Noemi Bejarano, educadora comunitaria del Centro Cultural y Biblioteca Popular «Darío y Maxi», referente de Asamblea Trabajo y Dignidad (ATD). La actividad será moderada por Miguel Ramos, militante de AJI 20, fundador de la Biblioteca Popular «Niños Pájaros», imputado por las manifestaciones del Jujeñazo.
23 años de impunidad
«Mi hijo fue asesinado el 26 de junio de 2002 junto con Maximiliano Kosteki. En ese momento Eduardo Duhalde era el presidente y Felipe Solá el gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Pasaron 23 años y los autores intelectuales de la Masacre de Avellaneda siguen impunes», resumió Alberto, en diálogo con Tiempo.
Y continuó expresando: «Darío ha sido un gran hijo, un gran hermano y por sobre todas las cosas, un gran compañero. Un pibe con grandes responsabilidades, a pesar de sus cortos 21 años y su plena militancia desde los 15».
«Recuerdo que siempre me decía que él nunca se iba a casar porque ya estaba casado con el movimiento popular. Nosotros como familia, -contó el militante- siempre lo recordamos con alegría, o al menos lo intentamos, con anécdotas para tenerlo presente entre nosotros en todo momento».
Alberto denunció. «Pasaron 23 años y aún reina la impunidad. Mientras nosotros seguimos exigiendo justicia, nos responden con la liberación de uno de los asesinos, que es el excabo de la Policía Bonaerense, Alejandro Acosta. No solo con esta decisión, sino que también van a soltar al otro asesino, Alfredo Fanchiotti». Denuncian privilegios para el ex cabo Acosta
Precariedad Institucional
El militante popular aseguró que el juez Ariel Lijo está a cargo de la causa desde el principio y nunca se interesó en hacer justicia: «Siempre miró para otro lado, como también lo hizo la fiscal Paloma Ochoa, que está hace un par de años en la causa. Igualmente nosotros sabemos que si no hay voluntad desde la política los magistrados no van a hacer nada».
«Nuestra lucha es por justicia por Darío y Maxi», puntualizó Alberto. «Por eso siempre estamos en las calles, porque es el lugar en el que estamos los que menos recursos tenemos y con nuestros reclamos conseguimos cosas en base a la lucha. Mientras tanto te pueden cagar a palos o matarte. Nosotros no claudicaremos en nuestro reclamo», remarcó.
Para homenajear a los militantes asesinados, este miércoles estuvieron desde la tarde hasta las 21 horas en la estación de trenes Darío y Maxi de la línea Roca, donde realizaron distintas actividades. Este jueves a partir de las diez de la mañana se encontrarán nuevamente en la estación para marchar hasta el Puente Pueyrredón.
«Quiero agradecer a todas y todos los compañeros que siempre acompañan el grito de justicia por Darío y Maxi. Y exaltar a una parte de la sociedad que también nos acompaña en este reclamo. Desde nuestro espacio de militancia acompañamos las luchas de todas las víctimas que caen bajo las balas de este maldito Estado», cerró Alberto.

Jujuy, epicentro de la represión
Por eso, este jueves a las 19 horas realizarán una charla-debate por Google Meet con el Partido Político AJI-20 de Jujuy, porque es un pueblo que sufre violencia institucional históricamente. Las militancias describen a su provincia como «el laboratorio de todos las políticas represivas que se expandieron a todo el país con la llegada de Javier Milei al Poder Ejecutivo Nacional».
«A nosotros nos interpela el ejemplo militante de los compañeros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, como también sus asesinatos en aquella fatídica jornada de lucha. En la que el gobierno -como sucede en la actualidad- respondió con balas a los justos reclamos del pueblo», reconstruyó Miguel Ramos, militante de AJI-20.
Ramos es el fundador de la Biblioteca Popular «Niños Pájaros» y uno de los imputados por las manifestaciones del Jujeñazo: «Es un caso que nos obliga a reflexionar sobre la inhumanidad y salvajismo de quienes gobiernan. Nos hace entender con más claridad la lucha de intereses de clase que hay en juego», completó.
«En tiempos de tanto individualismo y apatía, donde gobiernan los miserables y sus programas económicos de muerte, creemos necesario seguir levantando las justas banderas -enfatizó el jujeño- que movilizaron a Darío y Maxi. Por ese amor a la vida digna, a la justicia social, esa coherencia entre el sentir, el decir y el hacer, ese compromiso con la más noble de las causas: la lucha por la libertad de nuestros pueblos.»
Ramos explicó: «Es muy clara la preocupación y voluntad que tenían estos cumpas por construir la unidad, también son ejemplo sus acciones y reflexiones en unidad, con todo lo difícil que esto implica. Recordemos que estos dos compañeros pertenecían a distintos movimientos de trabajadores desocupados y que además entre ellos no se conocían».
Señaló que el hecho de no conocerse no impidió esa acción tan humana de Darío: «de volverse por un compañero aunque los estaban cagando a tiros. Eso, para nosotros demuestra la altura moral de nuestros cumpas que fueron asesinados».
«Todo lo que ellos hicieron para nosotros es un gran ejemplo a seguir como militantes. Y no solo en las calles, sino también enfrentando a nuestros enemigos de clase desde las barriadas más humildes, combatiendo todas las violencias, entre ellas la del hambre y la falta de techo», aseguró el dirigente jujeño.
Además, sostuvo que fueron grandes compañeros, gigantes que les fueron mostrando y fogoneando el camino de la lucha. «Nosotros hemos nacido en lo más oscuro del neoliberalismo, que se expresaba en desocupación, hambre, despidos, cierre de fábricas, privatizaciones y todo esa situación tremenda que tuvimos que padecer los argentinos durante los ’90. Y nos atrincheramos en el calor y amor de los piquetes. Nuestra esperanza y dignidad huelen a gomas quemadas», repasó Ramos.
Por eso, Darío y Maxi son el ejemplo a seguir. «Ellos son nuestra moral y bandera que nos interpelan a diario y que nos guían, sobre todo nos invita a construir esa unidad tan necesaria que tanto proclamamos, pero que es tan difícil de concretar», subrayó el referente jujeño.
Y concluyó: «Una gran dosis de paciencia y humildad son necesarias para empujar una profunda autocrítica. Para entender que solamente así lograremos construir esa herramienta liberadora que revierta de una buena vez la situación actual que padecemos y podamos construir otra sociedad; es decir, otra forma de vida».

Un repaso por la historia
Julio Gambina, docente de UBA y militante popular sostuvo: «Resulta apropiado la recuperación de los asesinatos de Kosteki y Santillán, sobre todo para evaluar los acontecimientos de época, ya que para el 2002 se venía de un momento de inmensa acumulación de poder popular».
Continuó relatando. «Fue una resistencia a la década menemista que se había desarrollado sobre todos entre 1996 y aquel fatídico 26 de junio. Cuando la represión pretendió terminar con esa acumulación de poder popular que habían protagonizado especialmente fogoneros y piqueteros».
Gambina explicó que fueron parte de los cambios que se habían generado en el capitalismo argentino, donde una parte muy importante de la clase trabajadora había pasado a revestir como desocupados. «Mientras tanto, el centro de la reivindicación pasaba por planes de trabajo y subsidios para generar ingresos, que son esenciales en una economía monetario-mercantil como es el capitalismo», agregó.
Detalló que esa inmensa acumulación de poder popular, la quisieron frenar con la represión, con los asesinatos de Kosteki y Santillán. Y de ese modo generar condiciones para una «normalización», una recomposición de la lógica de acumulación y de poder del capitalismo local a través del terror y la violencia.
Las distintas fuerzas políticas
Contó que fue un proceso que se desarrolló con las elecciones del 2003 y que generó un ciclo político en Argentina que estuvo atravesado por los debates que se procesaron con nuevas identidades políticas. El kirchnerismo por un lado, el macrismo por el otro, hasta la irrupción en el 2023 del mileismo, que es la ultraderecha con un mayor consenso electoral con el que había ganado el macrismo en el 2015.
El docente ahondó. «Por lo tanto, se daban las condiciones de consenso electoral para avanzar con el proyecto estratégico de reestructuración regresiva del capitalismo argentino que había imaginado la última dictadura cívico-militar. Y que había desplegado la década infame bajo los gobiernos de Carlos Menem y Fernando De la Rúa, peronismo y radicalismo, que Mauricio Macri intentaba reestablecer y que ahora Javier Milei avanza con toda la potencia, la fuerza del ajuste y la reestructuración regresiva».
Gambina aseguró. «Por eso vale la pena recuperar aquel proceso de acumulación de poder popular, para pensar la continuidad de los cambios profundos en el capitalismo argentino. Es decir, en la relación capital-trabajo, en la consolidación del trabajo irregular como el mayoritario de los trabajadores en Argentina».
«También el debate de que no solo se requiere el crecimiento de la resistencia contra la política de ajuste, sino que hace falta -recomendó el docente y militante- una nueva síntesis política como alternativa para confrontar las políticas de ultraderecha del gobierno de Milei».
Gambina finalizó: «Y avanzar en una perspectiva alternativa contra el orden capitalista por una política económica social-estructural que parta de la base de resolver las necesidades de los de abajo. De las y los trabajadores que hoy luchan para suplir sus necesidades sociales».