Los microplásticos en el aire y en lo que consumimos son parte de nuestra realidad. Invisibles, indetectables, pero son parte. El Tratado Global de Plásticos asegura que por semana ingerimos 5 gramos de microplásticos a través de alimentos, aire y agua. Pero parece que no es solo algo de las grandes ciudad. Ya lo detectaron en el aire del Canal Beagle.
El primer estudio en la región americana más austral confirma la vulnerabilidad de ambientes remotos al transporte atmosférico de contaminación plástica. El trabajo fue ejecutado por un equipo interdisciplinario, en una investigación conjunta entre el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y el Centro de Química Inorgánica, CEQUINOR, dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de La Plata (UNLP), el CONICET y asociado a CIC.

El equipo de científicos de la UNLP, liderado por Lucas Rodríguez Pirani y Lorena Picone, detectó la primera evidencia de contaminación por microplásticos en el aire de la región subantártica del Canal Beagle, a pocos kilómetros de la ciudad más austral del mundo, Ushuaia. Este hallazgo, recientemente publicado en la destacada revista internacional Chemosphere, subraya la omnipresencia de la polución plástica, incluso en regiones estratégicas y remotas del Hemisferio Sur.
“Aunque la contaminación marina por microplásticos ha sido extensamente estudiada, el transporte atmosférico se reconoce cada vez más como un mecanismo clave para la dispersión global de estas partículas”, expresó el autor principal, del trabajo, Lucas Rodríguez Pirani.

El Canal Beagle: una puerta de entrada a la Antártida
Existe una brecha de conocimiento significativa sobre la ocurrencia y la circulación de microplásticos (MPs) atmosféricos en las áreas subantárticas del Hemisferio Sur, particularmente en Sudamérica, donde los datos son “virtualmente inexistentes”.
El Canal Beagle, ubicado en el extremo sur del continente, es una región subantártica estratégica tanto desde lo ambiental como desde lo geopolítico, que está siendo afectada por una creciente presión antropogénica.

La zona incluye a Ushuaia, “la ciudad más austral del mundo”, que alberga un puerto muy activo con tráfico de pesca, navíos de investigación y cruceros vinculados al turismo antártico, un aeropuerto internacional y operaciones industriales ligeras. Además, en la costa sur del Canal se encuentra Puerto Williams (Chile), que también contribuye con sus propias emisiones localizadas.
Dada la proximidad geográfica de esta área a la Península Antártica, y considerando los vientos predominantes del noroeste que afectan la región, el Canal Beagle puede actuar como una “puerta de entrada potencial” para el transporte de largo alcance de contaminantes. Los patrones de viento en la zona podrían facilitar el movimiento de partículas desde el extremo sur de Sudamérica, a través del Pasaje de Drake, directamente hacia la Antártida.
El estudio en el fin del mundo
El estudio nació de la iniciativa de un investigador del CIMA, el Dr. Gabriel Silvestri, especialista en cambio climático y variabilidad climática, quien puso a disposición unos dispositivos con el objetivo principal de monitorear la presencia de microplásticos en la circulación atmosférica de regiones subantárticas y Antárticas.
El trabajo, coordinado con integrantes del SMN, se realizó en Isla Redonda, un sitio remoto y deshabitado ubicado dentro del Parque Nacional Tierra del Fuego, a unos 10 kilómetros de la costa de Ushuaia.
“La ausencia de fuentes de emisión locales en la isla, sumada a su exposición a regímenes de viento variables, la convierte en un lugar óptimo para monitorear el transporte de contaminantes de largo alcance”, remarcaron los científicos.

“Las investigaciones se iniciaron no solo en Isla Redonda, sino también en la Base Carlini, ubicada en la Isla 25 de Mayo, perteneciente al archipiélago de las Islas Shetland del Sur, de la Península Antártica, dentro de un proyecto más amplio del monitoreo de microplásticos en el Sector Antártico Argentino”, destacó Rodríguez Pirani.
El estudio fue realizado utilizando un sistema de monitoreo pasivo, que tiene la ventaja de prescindir de energía eléctrica y de la necesidad de un seguimiento continuo, permitiendo realizar estudios en sitios remotos e inhóspitos de difícil acceso. Esta característica logra monitorear de manera continua durante largos periodos, lo que permitió realizar el estudio durante 18 meses consecutivos, entre octubre del 2021 y marzo del 2023.
Luego del monitoreo en el Centro de Química Inorgánica, los investigadores de la UNLP recibieron los muestreadores y analizaron espectroscópicamente la composición química de las partículas colectadas: encontraron una amplia variedad de composiciones poliméricas de origen plástico.
Fibras textiles: las grandes protagonistas
Los resultados fueron contundentes: del total de 77 partículas recuperadas, la gran mayoría (más del 80%) fueron identificadas como fibras.
Detectaron polímeros comunes (los más identificados fueron el algodón semisintético, la poliamida, el poliéster y el polietileno) y colorantes industriales (el análisis Raman también detectó la presencia de pigmentos industriales, incluido el índigo, tanto en las fibras sintéticas como semisintéticas).

Las fibras oscilaron entre 100 y 3000 μm de largo y 10 y 30 μm de ancho, lo cual es consistente con las dimensiones de microplásticos atmosféricos hallados en otros entornos remotos.
“El claro predominio de composiciones poliméricas plásticas y colorantes relacionados con la industria textil, sugiere una fuerte influencia del transporte atmosférico de largo alcance, probablemente desde las principales ciudades de América del Sur”, destacaron los investigadores.
Obviamente se espera que el principal foco de contaminación sea Ushuaia, “la ciudad más austral del mundo”, debido a su intensa actividad antrópica local y la influencia de turismo en la región.
Un portal de contaminación hacia la Antártida
“Estos hallazgos son de vital importancia estratégica. Dada la proximidad geográfica del Canal Beagle a la Península Antártica y considerando los vientos predominantes, la zona podría actuar como un ‘portal potencial’ para la contaminación a través del transporte por masas de aire hacia la Antártida”, señaló Rodríguez Pirani
El investigador de la UNLP destaca que se viene realizando paralelamente un monitoreo de la contaminación atmosférica por microplásticos en el Sector Antártico Argentino, a través de la colaboración directa con investigadores del Instituto Antártico Argentino (Licenciado Alfredo “Alpio” Costa).

Su trabajo no solo proporciona una línea de base crucial para el monitoreo futuro de microplásticos en regiones de alta latitud, sino que también “subraya la importancia estratégica de incluir áreas subantárticas en los esfuerzos globales” para comprender las vías de dispersión y el impacto ambiental de estos contaminantes.
La detección de contaminación plástica aerotransportada confirma que incluso los entornos subantárticos remotos y deshabitados están expuestos a esta amenaza global.
Los plásticos, una problemática global
De acuerdo a las organizaciones Consciente Colectivo, Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), Taller Ecologista, Unplastify y Asociación Sustentar, en la última década, la producción de plástico experimentó un crecimiento exponencial: aumentó de 2 millones de toneladas en 1950 a 400 millones de toneladas de plástico en la actualidad.
Las cuatro organizaciones argentinas remarcaron que la manera más eficaz para frenar la contaminación por plásticos es abordando el problema desde su origen: «es importante reducir al máximo la producción y consumo de plásticos, en especial de los plásticos de un solo uso y de todos aquellos de corta vida útil en general, prescindibles y problemáticos, así como eliminar el uso de aditivos tóxicos».

“Estaremos participando de estas negociaciones con el objetivo de incidir en pos de contar con el mejor tratado posible para que incluya la reducción y el consumo de plásticos, que se atribuya distintos tipos de responsabilidades según cada país y que busque una transición justa, inclusiva y participativa”, manifestó Mirko Moskat de Taller Ecologista.
Con el crecimiento global de la producción, las grandes ciudades y los sistemas productivos y de consumo, aumenta también el uso de plásticos. En las dos primeras décadas de este siglo se produjo la mitad de todo el plástico fabricado en la historia de la humanidad. De ellos, alrededor de 19 y 23 millones de toneladas de residuos plásticos llegan anualmente a lagos, ríos y océanos, afectando más de 800 especies marinas y costeras, según PNUMA. “Si no hacemos algo urgente, para el 2040 la contaminación en nuestros océanos se cuadruplicará”, alertó Mijael Kaufman, coordinador del área de Política Regional e Internacional de Consciente Colectivo.
Encuentran microplásticos en óvulos y semen: ¿un peligro para la fertilidad?
✍🏽 Luciana Mazzini Puga – Agencia UNQ | https://t.co/HPlyep5CK6 pic.twitter.com/fSgVSDjihG
— Tiempo Argentino (@tiempoarg) August 20, 2025
Desde las distintas organizaciones advierten que se identificaron más de 6000 sustancias en plásticos, entre las cuales se encuentran al menos 1500 sustancias químicas alarmantes. “Es indispensable solicitar la transparencia de los constituyentes químicos que se encuentran en este tipo de materiales, ya que actualmente no hay acceso a esta información”, explicó Leandro Gómez, coordinador del programa Inversiones y Derechos del área de Política Ambiental de FARN.
Clara Subirachs, coordinadora de Políticas Públicas de Unplastify, acotó que a pesar de los esfuerzos, el reciclaje es insuficiente: «La composición química de los plásticos solo permite una reciclabilidad limitada y finita, contrariamente a lo que sucede con otros materiales, como el vidrio o el metal. Los plásticos solo pueden reciclarse a lo sumo 2 o 3 veces, según National Geographic. Esto quiere decir que no pueden ingresar infinitamente en la cadena de producción, y en algún momento serán descartados”.