Sin justificación, el Gobierno argentino deportó a una familia palestina que había venido por turismo y negocios


Una familia palestina, compuesta por cinco personas, vivió en carne propia el mensaje estigmatizador, extremo y fanáticamente israelí que multiplica el régimen de Javier Milei. Hace unos días, Migraciones le negó el ingreso a todo el grupo, a pesar de que todos contaban con la documentación pertinente. Incluso, de nada sirvió la intermediación del embajador ni la presentación de un Hábeas Corpus. 

Según pudo reconstruir Tiempo Argentino, gracias al testimonio de quienes vivieron la situación, Sandy Bassam Hanna Abu Farha es operadora turística en Tierra Santa y vive en Beit Sahour, al oeste de Belén, en Palestina. Allí conoció al argentino Agustín Luti, un joven también del sector de viajes, que alterna su vida entre Paraná, Entre Rios, y Medio Oriente, donde representa a la empresa de viajes EAL Group, que tiene sede en Argentina, México, Estados Unidos y Dubai, y ofrece “servicios turísticos de alta calidad”.

Tras años de excelente relación laboral, que profundizó la amistad entre ambos, Agustín invitó a Sandy para que conociera Argentina, donde el joven haría las veces de anfitrión. La mujer palestina, entonces, emprendió junto a sus padres (Issa Bassam Hanna e Ibrahim Etaf Saba) y sus hermanos (Mirna y Rami) un viaje de placer que pronto se convertiría en un infierno.

Según relató el grupo, hicieron la solicitud de papeles para ingresar a la Argentina en la propia embajada de Israel en Tel Aviv: «presentaron todo lo que pidieron, el certificado de buena conducta, el papelerío que la Embajada israelí le solicitó… en el lapso de dos meses les aceptaron la Visa y se las estamparon en el pasaporte«, aseguró Agustín a Tiempo

“Nuestra familia opera una oficina de turismo consolidada en Palestina, especializada en tours religiosos a Tierra Santa. También somos propietarios de una destacada tienda mayorista de recuerdos religiosos. El propósito de nuestro viaje a Argentina a fines de junio de 2025 era reunirnos con socios profesionales y expandir la cooperación con agencias de turismo religioso”, indicaron en una denuncia penal en la que acusan a las autoridades argentinas de “deportación ilegal y trato inhumano”.

El viaje de la familia palestina

Luego de un periplo por diferentes países, la familia palestina llegó al aeropuerto argentino de Ezeiza, el 16 de junio a las 22.30. En el marco del conflicto bélico entre Israel y Palestina, primero fueron demorados en un control israelí cerca de Belén y se les denegó el paso hacia Jericó, lo que postergó el viaje durante dos días. Después, la familia pudo trasladarse a Jordania, luego a Estambul, Turquía, y de allí partieron a Brasil, para finalmente aterrizar en Argentina

Pero los problemas aquí se pronunciaron. En la denuncia, a la que Tiempo tuvo acceso, indicaron que en Migraciones presentaron «todos los documentos: visas, pasajes de regreso, seguro médico y carta de invitación. Se tomaron nuestras huellas y fotos, y se nos pidió esperar ‘cinco minutos’. En cambio, fuimos llevados a una zona restringida para ser interrogados. Cumplimos en todo momento y entregamos toda la documentación solicitada. Luego nos dieron un documento íntegramente en español. Pedimos traducción, pero nos dijeron que solo era un formulario para llevarnos a un lugar más cómodo. Nos aseguraron que no tenía relación con una negativa de ingreso, por lo que firmamos”.

De manera amañada, según los damnificados, los funcionarios de Migraciones les hicieron firmar papeles. Previamente, les habían dicho que firmando esa documentación podían ir al baño, asearse y alimentarse en el interior del aeropuerto mientras se resolvía la situación. Pero a partir de ese instante, todo fue aún peor, porque los papeles resultaron ser un documento donde la familia se hacía cargo de ser “falsos turistas”, permitiendo la deportación. 

Sin justificación, el Gobierno argentino deportó a una familia palestina que había venido por turismo y negocios

Una pesadilla de más de 24 horas

Esa firma marcó el inicio de una pesadilla de más de 24 horas. Nos confiscaron los pasaportes y se nos negaron necesidades humanas básicas: dormir, alimentarnos, comunicarnos y contar con asistencia legal”, continúa la denuncia, en la que se describe que “no se nos dio explicación ni documentación alguna. Durante todo este tiempo, nadie de inmigración nos habló directamente, pese a nuestros ruegos. No se nos permitió hacer preguntas ni entender qué decisiones se tomaban sobre nosotros. Fuimos abandonados en la confusión, el miedo y la desesperación. No fuimos tratados como seres humanos, sino como amenazas o criminales sin derechos ni dignidad”.

“Ni siquiera la intervención del Embajador Palestino resolvió la situación. Las autoridades se contradijeron, negaron transparencia y nos impidieron el acceso a asistencia legal”, precisa la denuncia que lleva la firma de los cinco integrantes de la familia.

Mientras los damnificados era retenidos e incomunicados en el aeropuerto, Agustín esperaba en vano a los visitantes en Paraná. Por lo que empezó a comunicarse con diferentes personas para entender lo que pasaba y poder destrabar la situación. El abogado Uriel Biondi presentó ante el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional de Lomas de Zamora N° 1 un Hábeas Corpus que no prosperó.

En el escrito se destaca que la familia permaneció “en retención por más de 16 horas sin orden judicial, sin notificación formal ni verbal respecto a su situación, sin acceso a sus pasaportes, los cuales fueron retenidos, sin contacto con personal autorizado ni intérprete, en condiciones que vulneran derechos constitucionales y tratados internacionales de derechos humanos”. 

Sin justificación, el Gobierno argentino deportó a una familia palestina que había venido por turismo y negocios

“En el medio llamamos al embajador de Palestina, se acercó y estuvo con ellos todo el día en el aeropuerto. Al embajador le dijeron que de los cinco podían pasar cuatro, porque supuestamente no les figuraba algo el sistema de uno”, explicó a Tiempo Agustín, el operador turístico y amigo de Sandy.

“Pero después dijeron que no, que iban a investigar a los otros cuatro y los terminan echando con muy malos tratos, a pesar del Hábeas Corpus”, continuó el joven visiblemente compungido por la discriminación que sufrió su amiga.

«Denuncia ilegal pese a visas válidas»

“Durante la retención, el personal de Migraciones cambió repetidamente su versión acerca de su situación, y pese a contar con visa vigente, reserva hotelera, seguro médico y pasaje de regreso, se les impidió abandonar el aeropuerto”, insistió el abogado, quien aclaró que una colega suya, Vanesa Andrea Agnetti, se apersonó en el aeropuerto pero no le brindaron información y mucho menos pudo entrevistar a los damnificados.

En este marco, los cinco integrantes de la familia fueron deportados de manera forzosa y obligados a tomar un avión hacía Estambul, donde padecieron un recibimiento poco decoroso, dado que habían sido deportados.

Por todo esto, denunciaron la “detención ilegal pese a visas válidas; el engaño en firmar un documento de deportación sin comprenderlo; negarnos asesoría legal y comunicación con migraciones; falsificar el informe sobre el dinero que llevábamos; ignorar condiciones médicas y negar acceso urgente a medicamentos; negar comodidad física a Mirna pese a su dolor; impedirnos acceder a abrigo o alimentos; imponer restricciones humillantes al uso del baño; causar daño psicológico con trato inhumano prolongado; engañarnos sobre permisos parciales de ingreso; generar pérdidas económicas superiores a USD 5.800 por persona; afectar nuestra reputación profesional; y tratar a nuestra familia sin respeto, identidad ni dignidad”.